No es algo nuevo, la crítica al recurrente uso de la sexualidad femenina por parte de las agencias publicitarias y las empresas. El cuerpo de una mujer parece servir para vender cualquier tipo de producto, aunque esté totalmente alejado éste, de cualquier tinte erótico. No obstante, la utilización de estos anuncios en la Red, donde gracias a las redes sociales, llega a un número mayor de niñ@s y jóvenes, empieza a ser bastante preocupante.
La publicidad retrata las características de la sociedad. Del mismo modo que, me atrevería a decir, cualquier otro arte, como el cine, la pintura o la literatura, lo han venido haciendo a lo largo de la historia. Y...¿en qué sociedad vivimos? En una, en la cual, entre otros desajustes varios, sigue existiendo una discriminación hacia la mujer, minusvalorada, invisibilizada en diversos ámbitos. La publicidad no hace sino reflejar (y a su vez, reforzar) la constitución androcéntrica de nuestro mundo. Por eso, existe una gran diferencia en el modo de ofrecer los productos, según el consumidor (consideran ell@s) sea hombre o mujer.

Nuestra educación mediática era escasa o nula. Además, eran otros tiempos: estrenábamos democracia, tras un periodo dictatorial en el que la mujer (y también la libertad de opinión) estaba relegada a un segundo plano. Sin embargo, también llegaban anuncios de otras naciones que llevaban cientos de años de democracia, por lo que no se puede achacar a nuestro retraso democrático este hecho.
Hoy en día, después de varias décadas de democracia, algo ha cambiado. ¿El mensaje sexista? No. Han cambiado, en algunos casos, las formas de presentarlo. Por un lado, están los anuncios tan bien hechos, con tal grado de calidad audiovisual
y narrativa, que no nos percatamos de los claros tintes
discriminatorios hacia la mujer.
Pero por otro, de una forma más flagrante, puesto que parece norma aceptada, tenemos los mensajes cargados de contenido erótico explícito (algunos con doble ración de denigración hacia la mujer). Un ejemplo lo encontramos en los anuncios sobre coches y demás vehículos:




Como ejemplo claro, encontramos estos días la campaña de Desigual, con sus tres clips diferentes. Dicha campaña, puede ser vista como un alegato a la libertad para decidir, en el ámbito sexual, que pueden (y deben) ejercer las mujeres. Pero, ¿es necesario asociar dicha libertad, al uso de unas determinadas prendas de vestir? ¿Acaso esa enseñanza de valores y conductas, debe ser transmitida por un medio de comunicación de masas? Sin embargo, lo más triste y retrógrado del asunto es que, desgraciadamente, si el anuncio hubiese sido protagonizado por un hombre, la repercusión mediática hubiese sido menor y solo determinados círculos se hubiesen alarmado.
Los anuncios que se emitían por medios tradicionales, dependiendo de su mayor o menor contenido erótico, eran reproducidos a determinadas horas, de modo que su impacto en la población joven se viese limitado (al menos esa era la teoría). Ahora bien, hoy dichos anuncios, bombardean permanentemente a l@s jóvenes a través de Internet y las redes sociales. De tal modo, que se están banalizando las actitudes marcadamente sexistas y sexuales, hasta tal punto que la hipersexualización* empieza a ser recurrente en la publicidad para menores:
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Campaña de Vogue 2011 |
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Sujetador con relleno de las muñecas Bratz |

Y soy consciente de que existe numerosa publicidad, que explota la sensualidad de los hombres. La educación mediática y la crítica a este tipo de publicidad es algo que afecta a ambos sexos. Pero también hemos de saber comprender que, en el caso de la mujer, la publicidad es solo un aspecto más dentro de su discriminación, pero que, está tan presente en nuestro día a día, que resulta un efectivo (que no adecuado) medio socializador. Forma parte de la violencia simbólica que, como defendió Bourdieu, convierte en ley natural, algo que es puramente social.
*Hipersexualización: sexualización de expresiones, posturas y ropa de forma demasiado precoz.
*Hipersexualización: sexualización de expresiones, posturas y ropa de forma demasiado precoz.
Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina (Vol. 3). Barcelona: Anagrama.
Correa, R.I. (2011). Imagen y control social. Barcelona: Icaria Editorial.
http://www.diarioladiscusion.cl/index.php/opinion/opinion1561100476/editorial1376308275/21999-hipersexualizacion
/http://margafernandez.blogspot.com.es/
http://sexismopublicitario.blogspot.com.es/2007_11_01_archive.html
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